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Mudarse a un país con estaciones


Algo a lo que particularmente no estaba acostumbrada, y a lo que aún intento hacerlo, es a las estaciones del año. Como sabemos en Venezuela por ser el caribe, disfrutamos de un clima bastante parejo durante todo el año. A lo sumo tenemos dos estaciones, seco y lluvioso, una con calor y la otra con menos calor, pero sólo eso.


Hace unos días caminaba por Once, un barrio porteño bastante concurrido y comercial, donde puedes encontrar desde una aguja hasta el telar completo, mientras esquivaba a compradores, mirones y buhoneros, iba mirando las vitrinas de las zapaterías y la ropa en los improvisados puesto itinerantes. Durante mi caminata pasee la vista por faldas, vestidos, sandalias, cholitas, blusas y pantalones de tela ligera, es decir, guardarropa diseñado para combatir el insufrible calor del verano que ya asoma su cabeza por ahí.


De repente caí en cuenta que con el cambio de estación y obvio de temperatura había llegado la hora de ir guardando los sweter´s tejidos y las bufandas en la gaveta que casi no usas. De colgar las chaquetas y guardar las botas en la parte de atrás del closet. Es el momento de ir sacando poco a poco la faldita con estampado que te encanta y te hace lucir divina, el short cortito, de esos que si te ve tu madre te deshereda y el vestidito para cenar a la noche.


En Venezuela usas el mismo guardarropa todo año, sabes que si algo te da calor lo hará durante los doce meses. Usas botas y jeans de igual manera en enero o julio. Short y sandalias en mayo o noviembre. Aquí en Buenos Aires no has terminado de pagar las botas nuevas cuando en la tienda ya están cambiando las vitrinas a la colección de primavera-verano y los buhoneros están sacando mercancía de temporada nueva.


Algo particular demás que te ocurre al mudarte a un país con estaciones, es que te acostumbras a mirar el pronóstico del tiempo antes de salir de casa y así decidir cómo vestir ese día. Verificas como estará la temperatura para el fin de semana y así planificar una actividad o no. A que cuando cambias de casa un requisito importante es tener calefacción y aire acondicionado. A que el mar (donde hay costa) no está calentito todo el año y que el sol puede ser tu mejor amigo o el más nefasto enemigo, dependiendo del día.


También te vuelves poético y miras el cambio de estaciones como algo nostálgico. Pues no todo puede ser frivolidad en esta vida. Te recuerda que el tiempo pasa muy rápido, es inclemente e irreversible. Te preguntas en qué momento volvió la primavera, pasó otro invierno y en un pestañear estaremos de nuevo viendo caer la hojas en el otoño.

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